lunes, 4 de noviembre de 2013

La Mejor Historia Parte 1

Mucha gente pierde la esperanza, se desespera y anuncia que todo está perdido, ¡Yo no creo que así sea!
Tengo mucha esperanza en los hombres, me consta que existimos muchos que preferimos la vida en paz y alegría entre hermanos.
Todos los días lucho por que el mundo sea mejor y trabajo por construir las bases para una nueva civilización, creo fervientemente en que una solución es posible y tengo muchos años pensando, planeando e implantando lo que para mi es la solución a nuestros problemas.

Aquí les dejo la primera parte de lo que será La mejor Historia.

Una opinión de tu parte será altamente atesorada, cualquier idea es buena si trabajamos en conjunto por un nuevo mundo y una humanidad dignificada y sintonizada con el universo.


La Mejor Historia (Primera Parte)

Haz Click sobre el vínculo para escuchar.


martes, 8 de octubre de 2013

Köleck, Vërna y la cometa

Pido mil disculpas por mi ausencia de éste foro. Esta vez no ha sido por algún viaje o estancia por las tierras de Allá, la hermosa tierra donde vivo, mi nación, se encuentra pasando por momentos difíciles y me he dado a la tarea de ponerme a trabajar por ella y por la gente que como yo, también trabaja preocupada por que siga siendo el hermoso lugar que siempre fue.

No es fácil, es muy doloroso ver a mis hermanos pasando por estos difíciles momentos. Básicamente esa es la razón por la que he estado ausente, pero hoy les traigo una historia que tiene que ver mucho con lo que le pasa a mi país, una historia que he estado preparando, ilustrando y musicalizando para presentarla a ustedes como a mi me gusta y como ustedes se merecen, pero los tiempos son duros y tendrán que esperar un poco mas para escuchar la narración con sus imágenes y su música, tengo que publicarla ya, para dar aliento a todas las personas que siguen este blog y que como yo, tal vez necesiten una historia de aliento para reconfortar sus corazones.

Para toda mi gente, y para todo aquél que sabe distinguir el sentido y la importancia de pertenecer a una comunidad:


Köleck, Vërna y La Cometa.







                   Existió Allá un valle hermoso, con verdes praderas y un riachuelo, el clima solía ser muy bueno, el sol brillaba intensamente en el verano y durante el invierno el aire se llenaba de fragancias de madera y tierra.
Estaba rodeado por enormes montañas de granito que tocaban el cielo haciendo cosquillas a las nubes.

En el centro del valle había un pueblito, y la gente vivía muy feliz en aquel lugar, las montañas que lo rodeaban eran tan altas y empinadas, que nadie jamás había logrado escalarlas y cruzar del otro lado, así es, aquel pueblito estaba aislado dentro del hermoso valle, nadie jamás había podido entrar o salir, el lugar había sido siempre tan hermoso, que a nadie se le antojaba salir.

Con el tiempo, aquel pueblito fue creciendo, se construyeron mas y mas casas hasta que estas ocuparon el valle en toda su extensión hasta que apenas quedó espacio para caminar entre una casa y otra.
Debido a que las casas estaban tan juntas, la gente se sentía incomoda pues las ventanas de una casa quedaban muy próximas a la otra, por esto comenzaron a construir bardas entre las casas con el fin de que los vecinos no los vieran desde otras ventanas.

Al pasar de los años el pueblo entero se llenó de bardas que rodeaban las casas y aquello acabó como un laberinto confinado dentro del valle. no se alcanzaba a ver ni una pequeña mancha verde de aquellos bellos pastos que alguna vez existieron, todo era ahora, un desordenado tejido de muros de piedra donde el viento se arremolinaba y aullaba.

Aquel lugar perdió su belleza y los habitantes de la aldea vivan confinados dentro de sus muros. Con el tiempo olvidaron los colores de la hierba y las flores, la sensación de la brisa y el olor del otoño.

La gente del pueblo perdió su alegría y estaba siempre de mal humor, ya nadie quería salir, los amigos dejaron de visitarse y la gente no quería conocer a alguien mas
Aquel pueblo se convirtió en un lugar de desconocidos, olvidaron el significado de la amistad y vivían tristes dentro de los muros de sus casas.
Cuando la gente recorría los angostos callejones del pueblo, miraban siempre al suelo y evitaban cualquier contacto con los extraños que se cruzaban en su camino.
El pobre pueblito quedó reducido una mancha de color café rodeada por enormes montañas.

Solo dos pequeños niños se atrevían a salir a jugar, se habían conocido tiempo atrás, cuando, de la mano de sus padres se habían cruzado en un sucio callejón y sus miradas se habían tocado, Vërna era el nombre de la niña y al mirar a Kölek, el niño, una sonrisa se había escapado de su carita, aquella sonrisa era lo mas hermoso que Kölek había visto en su vida y se la había regresado, cuando la madre de Kölek se dio cuenta de que miraba a Vërna, le había dado un tremendo jalón del brazo para que apartara la mirada.

Pero la amistad es como un fuego que se enciende fácil y jamás se apaga, Kölek  y Vërna se habían hecho amigos y todos los días escapaban de los cascarones de sus casas para jugar en una diminuta plazuela, realmente no quedaba mucho espacio para correr, pero se las ingeniaban para inventarse pasatiempos entre los callejones del pueblo.

Cuando se cansaban de jugar, se tiraban en el suelo y miraban el cielo imaginando como eran las verdes praderas de aquel valle, antes de la construcción de las bardas.

Un vagabundo que vivía entre los callejones también se había hecho amigo de los niños, su nombre era Tabör toda la gente lo tomaba por un loco.
Tabör solía ser muy bueno para inventar juegos y eso le encantaba a los niños.

-Muy bien niños, ¿Que jugaremos el día de hoy? Preguntaba Tabör siempre que se reunían en la pequeña plazuela que se encontraba a los pies de una enorme pared de mas de cien metros de altura y de alguna manera siempre terminaban inventando un juego nuevo.

Un buen día la abuelita de Vërna llegó también a jugar con ellos. Se trataba de una viejita de ojos oscuros, su cara estaba arrugada y su cabello era de un color blanco casi plateado. Caminaba muy despacio ayudada de un viejo bastón.
Su voz sonaba como el rechinado de una vieja puerta.

-¡Recuerdo como era este lugar muchos años atrás! dijo la anciana mientras miraba las enormes paredes de granito que los rodeaban. No existían muros ni bardas y el sonido del río se escuchaba por todos lados.
Los ojos de Kölec se abrieron grandes imaginando como solía ser antes aquel lugar.

-¡Si! Como me hubiera gustado correr por aquellos verdes pastos y nadar en el río . Contestó Vërna

Al mirar el cielo Vërna observó también los picos de las montañas que desaparecían entre las nubes.

-¡Sería fantástico atravesar esas montañas y mirar como es el mundo del otro lado! 

-¡Eso es! dijo Kölek debemos encontrar una manera de cruzar las montañas, ¡seguramente del otro lado existen praderas y ríos como los que había aquí!

-¿Pero como vamos a cruzar del otro lado? nadie lo ha podido lograr jamás, dijo Tabör mientras acostado en el piso se cubría los ojos con su sombrero.

-Tienes razón pero estoy seguro de que debe existir una forma de lograrlo, contestó Kölek.

Pasaron los días y la idea de cruzar las montañas rebotaba por la cabeza de Kölek. 

Una mañana de otoño la abuela llevó una vieja cometa que había guardado, estaba un poco rota y descolorida por el tiempo. Todos la observaron, no sabían como usarla, ya nadie usaban esos juguetes por que era imposible correr con una cometa por aquel apretado pueblo.

-Es un juguete que usaban mucho cuando yo era niña. Dijo la abuela.
-¿Sabes como usarla? Preguntó Kölek
-ya no recuerdo como pero es un juguete que puede volar.

Aún tenía atado un cordel largo en un rollo, Tabör desenrolló el cordel y después de colocar la cometa sobre una piedra, se sentaron a esperar.

-¡Abuela! Creo que tu juguete debe estar roto por que no funciona, dijo Kölek, pero en ese momento, una fuerte ráfaga sopló, levantando la cometa por los aires, rápidamente Tabör se arrojó de frente y alcanzó a sostener el viejo cordel, cuando la cometa se elevó el cordel se tensó y la cometa se sostuvo en el aire, no podían creer lo que veían.

-Déjame sostenerla un momento, pidió Kölek y Tabör le alcanzó el carrete para que lo sostuviera. 
El viento comenzó a soplar mas y mas fuerte, el viejo cordel se reventó y la cometa quedó libre elevándose cada vez mas arriba.


Tabör dio un grito y trató de escalar por la pared de granito para alcanzarla, pero fue imposible.
Tanto subió la cometa que se perdió entre las nubes y las afiladas puntas de las montañas.
Mirando esto, una gran idea se le ocurrió a Köleck.

-¡Vërna! Si construimos una cometa lo suficientemente grande, podría subirme en ella y elevarme para ver que hay del otro lado de las montañas!

Tabör corrió a la choza que había construido entre los callejones y regresó con un poco de madera y pedazos viejos de tela para construir la cometa, pero aún no era suficiente, los niños y la abuela comenzaron a buscar también. 

Iban y venían por los callejones oscuros del pueblo consiguiendo material para su cometa gigante.
 Un importante hombre de ley se detuvo y preguntó que era lo que hacían.

-¡Construiremos una cometa gigante que elevará a Köleck por los aires para ver que hay detrás de las montañas! contestó Vërna entusiasmada, ¿Le gustaría ayudarnos?

-¡Pamplinas! contestó el hombre, jamas podrán elevar ese armatoste ni un centímetro sobre el suelo. y se fue.

Sin importarles continuaron diseñando y construyendo la cometa.

Otro hombre, ahora uno muy rico, también pasó por el lugar y curioso los cuestionó acerca de lo que hacían.

-Construiremos una cometa gigante para elevarnos y ver mas allá de las montañas.

-Déjense de tonterías y pónganse a trabajar, si siguen en ese capricho solo perderán el tiempo!

Para el medio día, la cometa ya había tomado forma, continuaron trabajando por toda la tarde. La gente pasaba con sus cabezas agachadas y miraban de reojo lo que hacían Vërna y sus amigos, pero no se acercaban, temerosos dedicaban tan solo una curiosa mirada de rabillo y volviendo a agachar la cabeza continuaban su camino.

Para el atardecer ¡la cometa estuvo lista! Era hermosa, tenía la altura de Tabör y telas remendadas de muchos colores que la hacían parecer un arco iris, cuando terminaron la abuela se levantó y dijo:

-Muchachos, ya es muy tarde para mis viejos huesos y necesito ir a casa a descansar, mañana la probaremos la cometa.

Tabör se llevó la cometa a su casucha para resguardarla, fue difícil para el dormir esa noche pues la cometa ocupaba todo el espacio de su vieja choza.

Al otro día muy temprano, Vërna, Köleck, Tabör y la Abuela estaban ya en aquella plaza pequeñita listos para elevar la cometa.

La colocaron sobre una saliente que había en lo alto de un risco de granito, en el mismo lugar de donde había despegado la vieja cometa de la abuela y esperaron a que el viento comenzara a soplar, esperaron y esperaron, y el viento sopló, pero la cometa era tan grande y pesada que el viento ni siquiera la movió.

-¡Algo no está funcionando! Exclamó Köleck. Seguramente hay algo que hicimos mal, revisemos de nuevo los dibujos y la cometa de la abuela.

Se sentaron a revisar los diseños que habían hecho y los compararon con la cometa de la abuela.

-Es demasiado grande, dijo Tabör, necesitamos una corriente mas fuerte para que se eleve.

Esperaron, pero las corrientes de aire no eran lo suficientemente fuertes para elevarla, entonces la abuela dijo:

-¡Ahora lo recuerdo! hay que tomar la cuerda y tirando de ella correr rápido para que se eleve.

-Pero…¿Como vamos a correr? dijo Vërna, no hay suficiente espacio para correr.
Entonces Tabör quien siempre tenía las ideas mas descabelladas propuso:

-¡Ya lo tengo! tomaré la cuerda y me internaré corriendo por los callejones para dar impulso a la cometa, seguramente así podrá volar.

Entonces Tabör tomó el extremo de la cuerda de la cometa gigante y se internó entre el laberinto de callejones, cuando estuvo listo pegó un silbido y se echó a correr tan rápido como pudo, pero al momento de tensar la cuerda, esta se atoró entre los muros y tiró de espaldas al pobre Tabör sobre las duras baldosas del piso.

Regresó triste a la plaza diciendo:

-Es imposible, la cuerda se atora entre los muros y no puedo jalar.

Köleck propuso que jalaran la cuerda entre todos, de esta manera podrían hacerlo con mayor fuerza y seguramente la cometa podría elevarse. Entonces todos corrieron a donde estaba el extremo de la cuerda y tomándola, se coordinaron para jalar al mismo tiempo.

-A mi señal, jalen todos con fuerza, dijo Tabör. ¡Ahora! y todos jalaron juntos.

 Pero la cuerda daba tantas vueltas entre los callejones y esquinas que se atoraba y corría muy lentamente. Pero eso no fue suficiente para derrotarlos, continuaron intentando, colocaron poleas y palancas para que la cuerda se deslizara mas fácilmente entre los estrechos callejones.

Tanto alboroto armaron que la gente comenzó a asomarse por arriba de los muros para ver lo que sucedía, aquello parecía una telaraña tejida entre el laberinto de callejones.

Otros niños que vieron lo que sucedía, brincaron por arriba de las bardas y se les unieron para ayudar.

Hubo otros que tímidamente se acercaron a preguntar que era lo que hacían, cuando escucharon la idea de elevar a Köleck en la cometa para ver del otro lado de las montañas se entusiasmaron y también se unieron, dando ideas para resolver el problema.

Pero aún así fue imposible, la cuerda estaba demasiado atorada, entonces un joven panadero que asomaba por arriba de un muro propuso.

-Bah! estoy harto de esta vieja barda que me tapa el sol, ayúdenme a tirarla para que no estorbe a su cuerda.
Todos se miraron y pusieron manos a la obra, había tanta gente reunida, que en poco tiempo echaron abajo aquel muro.

Cuando terminaron, aquel lugar se veía mas espacioso y la luz entró en la casa del muchacho, entonces, el vecino que asomaba por su muro gritó:
-!También pueden tirar mi barda! así formarán un corredor para jalar de la cuerda y la luz también entrará en mi casa.

Mas gente se les unió y en un santiamén derribaron aquel otro muro, poco a poco, los vecinos de aquél joven panadero también pidieron que derrumbaran sus muros hasta que se formó un corredor libre que atravesaba todo el valle.
Tan solo faltaba un muro para terminar cuando llegó el alcalde, un hombre grueso con mejillas rojas.

-¡Que es lo que está ocurriendo aquí! ¿A que se debe este alboroto?

Estamos haciendo espacio para que podamos correr y así jalar de la cuerda que elevará la cometa con Köleck  por arriba de las montañas para ver que hay mas allá. Dijo Vërna entusiasmada.

-¡Pero eso no puede ser! está prohibido tirar los muros.

-¿Por que está prohibido? preguntó Köleck

-¡Ah! pues por que…, por que. El Alcalde dudó. ¡Por que así han estado por mucho tiempo! por eso.

-Y eso que tiene que ver, gritó la abuela, cuando yo era niña no existían estos muros, todo el mundo es libre de tirarlos si así lo desea, ¿No es así?

-¡Si! ¡Somos libres de hacer lo que queramos con nuestras bardas! gritaron todos los que estaban ahí.

-¡Es mas! dijo Tabör, ¡si así lo queremos todos, usted debe ayudarnos! y le dio un marro para que ayudara a tirar aquel último muro.

Al verse rodeado de toda la gente ansiosa por trabajar junta para tirar aquel muro, al alcalde no le quedó otro remedio que unirse a la gente y ayudar con la tarea.

Continuaron y al atardecer, habían tirado todos los muros formando una gran calzada al centro del pueblo que lo atravesaba de punta a punta.

Ya es tarde y pronto se ocultará el sol, dijo Tabör, vayamos a casa y mañana lo intentaremos de nuevo.

Aquél amanecer fue hermoso, el aire olía a hierba y un manto de niebla adornaba el valle.

Los niños fueron los primeros en llegar al lugar donde se encontraba la enorme cometa, un poco después llegaron los jóvenes y alistaron la gran soga que tiraría de la cometa. Mas tarde, cuando el sol ya asomaba por los picos de granito llegaron los adultos y los viejos, todos juntos se alinearon a lo largo de la gran calzada para tirar de la soga.
Köleck subió a lo alto del risco donde habían colocado la cometa, se aseguró atándose un cinturón al mástil de la cometa.
¡Todo estaba listo! Vërna era la primera de la gran fila, con una gran sonrisa le gritó a su amigo:

-¡Mucha suerte Köleck! el niño la saludó y se preparó.

Tabör dio un silbido para que todos se prepararan a tirar al mismo tiempo, levantó un brazo y bajándolo rápidamente silbó de nuevo con fuerza.
Todos tiraron al mismo tiempo y comenzaron a correr entre las casas.

Köleck cerró los ojos cuando sintió el fuerte tirón y después, suavemente el viento lo tomó entre sus manos elevándolo mas y mas, abrió lo ojos y pudo ver las nubes y los altos picos cada ves mas cerca.

Continuó subiendo hasta que por fin elevándose por encima de las nubes el último pico de granito dio paso al paisaje que se encontraba detrás de las montañas.

Un enorme horizonte se extendía frente a el y por primera vez pudo ver el mundo en su enorme extensión.

Praderas verdes, montañas, bosques, ¡incluso alcanzó a ver el mar! enorme y azul como el cielo.
Allá abajo el valle, el pueblo y al centro aquella calzada que la gente había abierto, ¡no lo podía creer! desde el aire pudo darse cuenta del gran trabajo que habían hecho todos.

Después de un largo rato de mirar en todas las direcciones y llenarse los ojos de aquel gran mundo, Köleck bajo de nuevo al valle junto a toda la gente que emocionada preguntaba que era lo que había visto.

Después de Köleck, fue Vërna quien pidió subir a la cometa para ver detrás de las montañas, uno a uno, todos los niños subieron por turnos a la cometa para maravillarse del tamaño del mundo.

Pasaron los días y la noticia de la gran hazaña de Vërna y Köleck corrió por todo el pueblo, la gente que temerosa se había quedado en sus casas comenzó a salir y al ver la gran calzada por donde entraba la luz a las casas, habían pedido a la gente que los ayudara a tirar sus muros también hasta que el pueblo entero se vio libre de muros, la hierba volvió a crecer y el valle regresó a ser aquél hermoso lugar que había sido durante la infancia de la abuela.

Vërna y Köleck volvieron a subir a la cometa varias veces, incluso Tabör pidió que también lo elevaran por los aires y después, toda la gente del pueblo subió.
Pero ahora mirar del otro lado de las montañas ya no era tan diferente que mirar el valle, la gente siguió viviendo feliz dentro de aquel valle, y cada vez que alguien comenzaba a sentirse triste o con ganas de construir un muro, Vërna y Köleck tomaban su cometa para subirlo por los aires y así recordar que el valle era igual de hermoso que el mundo exterior, siempre y cuando todos estuvieran de acuerdo en tirar de la cuerda al mismo tiempo.


                                                                                                                                                 Tumblebug

lunes, 1 de julio de 2013

El secreto para viajar Allá

Hoy quiero compartir el secreto para viajar a las tierras de allá, voy a mostrarles la llave que abre el umbral de aquellas tierras llenas de fantasía y magia.
Espero que de alguna manera, pueda servirte para que como yo, comiences a viajar todos los días a las tierras de Allá.

Así que, ponte cómodo y prepárate para iniciar un viaje que, si aprendes a hacerlo, cambiará tu vida para siempre.

Aquí está pues, el secreto para desentrañar los misterios de las tierras de Allá.












¿Que es lo que realmente ves aquí?



"Dos ninfas vestidas de verde"






"Un alegre Trol tomando el sol"



"Tres Pixies a punto de zambullirse en el agua"



miércoles, 5 de junio de 2013

Nueva música de las Tierras de Allá



Recibí muchos correos en donde me piden que siga con la novela de Atanael y Sindara otros mas que me piden la publicación de las historias que faltan para completar la colección de los Cuentos de Allá y que hasta ahora solo cuento en vivo, otras personas me han pedido que publique otras historias que cuento en público y que jamás publiqué "Margarita y Fidencio" por ejemplo.

Me apena mucho no poder cumplir todas sus requisiciones, nada me gustaría mas que dedicarme enteramente al oficio de contador de historias, pero el lado bueno de la moneda es que siempre estoy trabajando en algo.

Y para compensar un poco mi ausencia de la red, les cuento que no he estado ocioso, El Alquitrán y un servidor nos hemos concentrado en hacer varias presentaciones como parte de nuestra Gira Por el Lago del Ombligo de la Luna, gracias a eso hemos podido darnos a conocer entre la gente y llevar un pedazo de las tierras de Allá a todo el mundo, pero el estar acompañado de Elfos como los del Alquitrán siempre es bueno, en estos meses hemos estado trabajando en nueva música que se ha gestado y nacido gracias a las experiencias de las presentaciones.

Sin mas rollo, les presento algo del nuevo material.

Después de contar varias veces la historia de "Köleck, Verna y la Cometa" que aún no he publicado pues es una historia, fácil de contar y difícil de escribir, los Elfos del Alquitrán, que me acompañan en todos las presentaciones, aveces son muchos, aveces son menos pero siempre tocan hermosa música mientras yo narro las historias, de esta música itinerante nació la canción de Köleck, Verna y la Cometa, un buen día que yo contaba la historia y la música que comenzaron a improvisar fue tan buena, que tuve que dejar de contar la historia y unirme a ellos para acompañarlos en esta hermosa pieza, es una canción llena de alegría y regocijo, espero que les agrade.






Ya había publicado un enlace con "El sonido de Hessya" la expresión sónica de la desesperación y la congoja que agobia a los Elfos al Pensar en Hessya, su peor enemigo, el espíritu del resentimiento, la tristeza y la envidia  que puede inseminar con su semilla en cualquier corazón tornándolo en la peor pesadilla del universo. 
Hessya es la madre de la Guerra, consorte del miedo, mentora del Odio, la huella que ha dejado en a historia de los Elfos los orilló a crear canciones y poemas para que jamás puedan olvidar que Hessia siempre está al acecho y es necesario cultivar la conciencia y la virtud para hacer frente a su terrible embate.
Aquí está pues, la versión revisada por El Alquitrán del Sonido de Hessya:






Y para terminar con un buen sabor de boca, nada mejor que unas palabras de aliento, no existe sonido mas hermoso en el universo, que aquel que lleva la conciencia, el amor y la intensión, para eso, los Elfos Cëntor tienen la mas grande bendición que existe, se trata de la promesa de Amor, ellos pronuncian este enunciado tan solo una vez en la vida.
Las palabras tienen mucho peso sobre ellos, pues están pronunciadas con la total conciencia de que sus palabras expresan lo que hay en su cabeza, en su espíritu y en su cuerpo con total sintonía.

Las palabras llevan toda la fuerza que el universo fraguó en ellos, la fuerza mas poderosa que rige sobre todas las cosas...El Amor.

Las palabras están llenas de intensión, la intensión de entregar por siempre y para siempre, todo su esfuerzo y trabajo para lograr que el amor que profesan trascienda a la eternidad.
Esta es la bendición que los Elfos pronuncian tan solo una vez en la vida a la persona mas especial que el universo les regaló:





Me despido no sin antes recordarles que sigo en la misión de mi oficio y que pronto cumpliré todas sus peticiones, muchas gracias por toda su atención.





Tumblebug




jueves, 18 de abril de 2013

De Atanael y Sindara Capitulo VIII





 Mïrthas







                En el principio Danül la madre primigenia, creo a su primer hija la tierra, sobre la que derramaría todo su amor y ternura. Cuando la vio por primera vez su corazón se alegró, era hermosa, gentil, y llena de vida. Su espalda era perfecta, el contorno femenino que evoca la ternura, la admiración, el símbolo mismo de la creación, donde la fertilidad encuentra su máxima expresión para crecer y crear.  

La hija de Danül paseaba mientras sus espaldas se llenaban de vida, preparándose para recibir el regalo mas grande, la vida misma que la habitaría por siempre.

Pero en las sombras Hessya observaba con envidia como la belleza de la hija de Danül crecía y se propagaba por sus espaldas. Mientras tanto Hessya se encrespaba y retorcía en espasmos de dolor y resentimiento secretando en su interior el veneno mismo que desprecia el amor y la virtud.

Cuenta la leyenda, que cuando el corazón de Hessya se llenó de envidia y resentimiento, una gran roca se formó en sus entrañas. entre gritos de dolor y náusea la vomitó, era una roca dura y con aristas afiladas, porosa y opaca, como una piedra volcánica impregnada de de una membrana verdosa y coloidal, el extracto del odio y la envidia.

Hessya tomo la roca y con fuerza la arrojó sobre las hermosas espaldas de la hija de Danül, la filosa roca se incrustó sobre la carne, caliente y ponzoñosa, la roca de Hessya se hundió mas y mas en la piel de la hija de Danül hasta que nada la pudo remover de su sitio.  

Danül intentó sacar con todo su poder la horrible roca de la carne de su hija, pero con cada intento, lastimaba aún mas a su bella hija.

Fue así que la inmaculada espalda de la hija de Danül quedó marcada con la envidia y el odio de Hessya, desde entonces aquel sitio sobre las espaldas de la hija de Danül se encuentra solitario, condenado a la ausencia de cualquier signo de benevolente fertilidad abrigando tan solo la vida que se alimenta de la envidia y el odio de Hessya.

Los Fiönas conocen y temen ese sitio, lo llamaron Mïrthas, la palabra en el lenguaje Fiöna que se reserva para describir las llagas del alma, aquellas que duelen por toda la eternidad.

Aquel sitio se encuentra en medio de un valle cubierto por una fétida niebla que opaca la vista, el espíritu y la conciencia, está habitado por las peores alimañas, parásitas criaturas que viven alimentándose del odio que aún secreta la piedra de Hessya. El lugar está constituido por una sola roca, enorme y llena de cavidades donde se oculta la infección y la maldad del universo, aguardando a saltar por cualquier incauto que se atreva a penetrar las inhóspitas tierras de Mïrthas.

La cabeza de Atanael dio vueltas mientras el dorado resplandor del medallón de Damachdiël lo deslumbraba, apenas y podía balbucear palabras y gemidos de terror.

El muchacho rubio volvió a sujetar a Atanael, esta vez por el costado, y con un leve giro del antebrazo lo levantó para acomodarlo suavemente de espaldas al árbol con el que se había golpeado, sacó un paño de entre sus ropas y humedeciéndolo con agua de un pellejo que cargaba le limpió la frente y le ofreció algo de agua para beber, incrédulo Atanael tomó la bolsa y se humedeció los labios.

Se relajó y esperó a que el mareo del golpe se disipara, cuando se sintió mejor, el joven le ofreció la mano para que se incorporara.

-¡Pero que demonios está pasando! exclamó Atanael con aire burlón.
-¡Dímelo a mi! respondió Damachdiél sonriendo. Un tiempo atrás, ésta maldita baratija se me clavó en el pecho y desde entonces tengo la necesidad de caminar y caminar, mis piernas y mis brazos me han puesto a andar, y me han traído hasta acá, aquél día de la tormenta un extraño resplandor en el cielo me hizo acercarme al bosque de Anthoras donde te encontré torciéndote en el suelo con una cosa idéntica metiéndose en tu pecho ¡por eso es que te estuve siguiendo! tal vez tu puedas explicarme que diablos significa esto, es como una maldición, de pronto el metal me quema el pecho y comienzo a andar sin que nada pueda detenerme, ¡la fuerza que me anima no tiene límite! 

El rostro de Damachdiël reflejaba angustia y confusión, parecía increíble que aquel muchacho que derribaba arboles a su paso pareciera tan frágil y asustado, tal y como se sentía Atanael.

Atanael se incorporó con la ayuda de su nuevo amigo, se sentía un poco mejor y la idea de que alguien mas sufriera la misma maldición lo hizo sentirse reconfortado.

Se sentaron e intercambiaron las historias de lo que les hubiese sucedido desde que el medallón se imprimiera en cada uno de ellos.
El muchacho contó que de vuelta en su hogar, Taras Lëvie, Damachdiël era un agricultor y que arando la tierra había descubierto un extraño paquete bajo la tierra, dentro se encontraba el medallón y un extraño pergamino escrito en una lengua que no podía leer, al terminar la jornada se había sentado a admirar el medallón, éste, al igual que con Atanael había escurrido una cadena y al colgárselo en el cuello cambió su forma por un extraño liquido que se le había colado por los poros infligiendo un tremendo dolor, al instante Damachdiël había perdido la memoria y no recordaba nada hasta que se encontró vagando cerca de Anthoras, caminaba con una fuerza incansable que lo dominaba sin poderse detener.

Atanael pidió a Damachdiel que le mostrara el pergamino, tenia unas cuantas lineas escritas en la lengua de los Sindarel, Atanael tampoco sabía leerlas pero pudo identificar la procedencia del documento, entonces Atanael contó la historia de su abuelo y el largo viaje que había emprendido con rumbo a Mör Sindol acompañado de los soldados de ojos plateados, también le contó su plan de alcanzar a su abuelo y que se dirigía a Nolthorión con la intensión de pertrecharse para el gran viaje y tal vez encontrar noticias de Tädros.

-Atanael, no cabe duda que Danül nos tiene reservado un largo viaje juntos y si mis pies me trajeron hasta aquí no puedo mas que seguirlos para tratar de encontrar la respuesta a lo que nos está pasando, te acompañaré en tu viaje y encontraremos a tu abuelo y a los Sindarel para que me saquen esta endemoniada cosa del pecho.

Regresaron a la orilla del río y después de terminar la comida que habían interrumpido tan abruptamente, recogieron sus cosas para continuar el viaje con destino a Nolthorión.
Atravesaron el bosque de Anthoras y poco después del atardecer alcanzaron el extremo oriental del bosque, frente a ellos se extendía una verde pradera salpicada por algunos árboles, en el horizonte se perfilaban los túmulos que marcaban la frontera con el valle de Mïrthas, un escalofrío recorrió la espalda de Atanael, había escuchado terribles historias de aquel lugar pero jamás se había acercado.

Para el atardecer alcanzaron las fronteras del lúgubre páramo de Mirthas, Atanael miró a Damachdiel buscando un gesto de consuelo, el herrero tenía completa conciencia de las consecuencias de penetrar en aquellas ciénagas y la idea de pasar la noche en aquél lugar no lo animaba.
Para sorpresa de Atanael, Damachdiel parecía tener la vista fija en el horizonte, caminaba a paso constante. Así fue que los dos viajeros penetraron en Mïrthas mientras el paso constante de Damachdiel forzaba a Atanael para vencer su miedo.
Poco a poco, el suelo comenzó a tornarse mas húmedo y lodoso, hasta que prácticamente caminaban con las piernas hundidas en el barro hasta las rodillas.
Una extraña niebla cubría la superficie y tan pronto como penetraron en ella su mente se nubló, respirar aquella inmundicia tóxica, velaba la conciencia y los sentidos.

La niebla se tornó cada vez mas espesa y Atanael apenas distinguía la silueta de Damachdiël que caminaba apenas a unos metros de el, por doquier se escuchaban los siseos de las alimañas que acechaban a los caminantes, aquí y allá chapoteaban en las charcas criaturas inimaginables que corrían de un lado a otro rozando las piernas de Atanael.

EL herrero estaba cansado y atontado, se concentraba en seguir el paso de Damachdiel quien parecía no sucumbir ante los tóxicos efectos de Mïrthas, su paso era fuerte y constante, Atanael jadeaba de agotamiento y pronto el esfuerzo para sacar su pierna del lodo para dar un paso mas lo venció y cayó pesadamente sobre el lodo, aquel pantano comenzó a tragárselo, pareciera que lo succionaba por las piernas al fondo.
Atanael se quedó inmóvil y extendió los brazos intentando detener su inmersión en el fango, entonces sintió la firme mano de Damachdiel que lo aferraba por los hombros, de un solo tirón lo sacó del fango y lo colocó de nuevo en el piso, el compañero de Atanael tomó un pedazo de cuerda que llevaba atada al cinto y la sujetó con un nudo a la cintura de Atanael.
-La próxima vez que el maldito pantano quiera tragarte, deberá llevarnos a los dos primero.
Atanael despertó del letargo en el que la tóxica polución lo había hundido, siguió caminando tratando de mantener el paso de Damachdiel.
Los viajeros perdieron la noción del tiempo pues dentro de aquel pestilente lugar, la cerrada bruma verde cubría todos los rayos del sol resplandeciendo con una mortecina luz verdosa. Atanael hizo un cálculo grueso, debía estar ya muy entrada la noche cuando la fatiga lo hizo caer de nuevo al lodo, esta vez, Damachdiël lo arrastró por varios metros hasta que Atanael gritó con media cara bajo el fango.

-¡Damachdiel! espera, no puedo dar un paso mas, ¡estoy muerto!

A regañadientes, el compañero de Atanael hizo un alto y esperó a que el otro se levantara, estaba empapado y con el cabello lleno de aquel verde y pestilente fango.

-¡A este paso tardaremos una semana en atravesar este maldito lugar! A Atanael le molestaba la frecuencia con que Damachdiël maldecía.

Acamparon en aquel lugar, comieron un poco de lo que llevaban en sus mochilas y se dispusieron a descansar, Atanael no pudo conciliar el sueño, la humedad lo calaba hasta el tuétano y los hediondos vapores del pantano le hacían difícil respirar.
Dormitaron incómodamente durante algunas horas hasta que Damachdiël desesperó y se puso de pié.

-A esto no se le puede llamar descanso, sigamos adelante para encontrar un mejor lugar donde dormir.

Atanael trato de levantarse y las fuerzas le fallaron, Damachdiël lo tomó del brazo y lo puso de pié.

-¡Andando Atanael! si nos quedamos aquí nos convertiremos en un pedazo de inmundicia.

Comenzó a caminar y el tirón de la cuerda puso al herrero en marcha.
Arrastraba los pies sobre el fango, su mirada estaba totalmente nublada, el sonido de Damachdiël al caminar entre el lodo y las charcas lo guiaban.
Atanael se arrastró por varias horas hasta que alcanzaron un lugar donde la roca era mas firme y los pies no se hundían en el fango. Damachdiël se apoyó en el tronco de un árbol muerto mientras Atanaël se tumbo sobre la roca húmeda sin poder ver y muerto de cansancio, le palpitaban las sienes y tenía los oídos tapados por el esfuerzo, agachó la cabeza y el cabello azabache y lleno de lodo le cayó en la cara, un mechón de cabello se metió en su boca mientras jadeaba para tomar aire, el sabor dulzón del lodo le provocó nauseas.

De pronto se escuchó un bramido, Atanael levantó la cabeza y solo vio aquel tronco muerto hecho trizas, a un lado de el salían burbujas de una charca, la cuerda que tenía atada a la cintura se tensó y de un solo jalón lo sumergió hasta los hombros, Atanael logro asirse de una roca.
Aunque abría los ojos no distinguía nada, la niebla lo había cegado, todos sus músculos temblaban de fatiga.

-¡Que ironía! se dijo Atanael, ni siquiera pude llegar hasta Nolthorión, la cuerda lo jalaba al fondo de la charca en vertiginosos tirones, sus manos se resbalaban de la roca hasta que su cabeza quedó bajo el agua podrida, El herrero se resignó a morir entre aquella inmundicia, pero de la nada escuchó una dulce voz que lo llamaba:

-¡Tus días no terminan aquí herrero! todavía hay mucho camino por recorrer, no te des por vencido aún.

Un fuerte tirón mas lo hizo soltar la roca y se hundió por completo en aquel fango, pero algo lo tomó por la mano y tirando fuertemente lo sacó de nuevo a la superficie, muy lejos de ahí, un agitado sueño perturbaba a una joven en su lecho.

 Atanael se sintió mejor y su vista regreso algo borrosa, distinguió la piedra de donde se había sostenido y volvió a aferrarse con fuerza para salir de la charca.
Apenas se vio libre, tomó la cuerda y lanzando un grito que resonó por todo el valle tiró de la cuerda con todo lo que le quedaba de fuerza, de inmediato asomó por el lodo la desarreglada cabellera de Damachdiël quien al instante sacó los brazos y tomó por los hombros a Atanael, con la fuerza que ya había sorprendido al Fiöna, el rubio se libro y salió del fango.
Cuando al fin se encontraron a salvo, Atanael se quedó tumbado en el suelo sin sentido, entonces Damachdiël lo cargó en su espalda y reanudó el viaje corriendo entre los juncos, mientras cruzaba el pantano decía:
-¡Maldita sea!, no hay nada que odie más que estos asquerosos bichos.-

















¡Tiremos todos juntos de la cuerda!!

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Una historia para mi hermosa tierra: México

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Provengo de una familia donde la épica y la fantasía se mezclan con la realidad, crecí escuchando histórias fantasticas de mi abuelo en las profundidades de la Huasteca, mas adelante me cautivaron toda clase de libros con historias de tierras lejanas y personajes asombrosos, comencé a escribir desde los 9 años, durante la adolescencia me entregué a la literatura épica y fantástica y de alguna manera mi vida se contagió y las histórias comenzaron a suceder delante de mis ojos. Al convertirme en padre y tener la oportunidad de contar cuentos e histórias estalló dentro de mí una fascinación por crear, ilustrar y musicalizar cuanta história brotaba de mi cabeza o la de mis hijos, el día de hoy me doy cuenta de que mi propia vida es el mejor lugar de donde sacar historias y gozo profundamente al plasmarla en alegorías con imágenes, textos y musica.